CANTA LA HIERBA de Doris Lessing



El libro comienza con el recorte de una noticia en el periódico: Mary Turner, la esposa de un granjero, ha sido asesinada. Inmediatamente su asesino, un criado negro, es arrestado sin que oponga resistencia. En la Sudáfrica de los años 50 surgen todos los comentarios respetables que se esperaban de la exclusiva y respetable sociedad blanca.
Aunque pobres y sin vida social, los Turner eran, a fin de cuentas, blancos. Por lo tanto el primer pensamiento es “¡qué horror, uno de los nuestros ha sido asesinado por un negro!”. Por otro lado, las normas de la segregación no permiten ningún trato entre blancos y negros fuera del de amo- empleado; y la señora Turner ha roto esa norma porque, al fin y al cabo, el dejarse matar por un negro es un tipo de trato más allá de la norma.
La segregación racial da lugar a una situación de lo más esperpéntica. Un hombre negro no puede viajar en el mismo vehículo que una mujer blanca, aunque ésta esté muerta, por lo que tienen que trasladar a su supuesto asesino a pie.
Con este comienzo, Doris Lessing te sumerge en la historia de Mary Turner, una chica sudafricana que consideró un alivio salir de la granja familiar y perder a su alcohólico padre. Vive en la ciudad donde es secretaria, tiene muchas amigas y amigos, vive en una residencia de mujeres solteras y lleva ropas demasiado juveniles para su edad. Es feliz así. Pero cuando está en la treintena escucha , por casualidad, que ya es muy mayor para seguir soltera. Y esto que jamás le preocupó la llena de angustia y se casa con un granjero pobre porque no encuentra a nadie más.
Vive en una casucha donde se aburre y se dedica a hacerle la vida imposible a todos los criados negros que su marido le trae. Cuando éste se pone enfermo, ella lo sustituye en las plantaciones donde empleará el látigo a fondo. Tratará de emprender pequeños negocios y de dar ideas a su marido. Todo sale mal y la separación entre ambos es cada vez mayor.
Se va abandonando más y más, no le importa nada, no se relaciona con nadie y termina obsesionándose con su criado negro que terminará matándola.
Al parecer, este libro produjo un gran alboroto cuando se publicó en 1950 porque en pleno aparheit hay una relación prohibida entre un negro y una blanca. Pero ahora que, por lo menos legalmente, esa relación es admitida socialmente, podemos ver que la historia va más allá.
Y es que Mary Turner odiaba a los negros, no le interesaba el trabajo del campo, vivía en la pobreza, despreciaba a su marido porque era un perdedor y no se relacionaba con nadie. Cuando intenta huir a su antigua vida, comprueba que ya no tiene sitio allí. Vuelve entonces a su casa ante los ruegos del marido que la va a buscar y se abandona a sí misma. Pasa por todos los estadios de la degradación personal y psicológica hasta el que ella, como racista que era, considera el peor: tener relaciones con un hombre negro.
¿Y el marido? Aunque la novela está contada desde el punto de vista de la mujer, el marido tiene una historia paralela. Quizás el deterioro de ambos se debe a que parecen incapaces de amar; se casan porque, cada uno por una razón, creen que deben hacerlo y la dependencia del granjero hacia su mujer corre paralela a la de ella con respecto al criado. Y ambos terminan en una suerte distinta de locura.
¿Por qué hay que leer una historia tan triste? Porque las historias buenas son las que están bien escritas y , o bien tienen una trama estupenda o bien, como en este caso sirven para como sustento a un proceso psicológico de los personajes.

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