EL LEGADO DE LA PÉRDIDA de Kiran Desai



India 1988. Al norte del país, una antigua y rica casa se cae a pedazos. Dentro malviven un antiguo juez, su nieta y su cocinero; y Canija, una perra que el juez malcría. El juez es un hombre amargado que cambió el racismo que sufrió cuando estudiaba en Inglaterra por su odio a todo lo indio, personificándolo sobre todo en su propia mujer, a la que terminó repudiando. La nieta, huérfana, tiene 17 años y sólo recibe cariño del cocinero que, a su vez, sobrelleva su pobreza pensando que su hijo triunfa en Nueva York, donde, en realidad es explotado en diversos trabajos. El joven profesor nepalí que enseña Física y Química a la nieta, se unirá a la revuelta de los nepalíes y traicionará su amor hacia ella. Un viejo homosexual culto que se oculta en la bebida y su mejor amigo, un sacerdote católico que pone en marcha una explotación lechera al estilo de las de Suiza; junto a las dos ancianas hermanas indias serán los únicos amigos de esta pobre chica huérfana.
Kiran Desai no nos cuenta una historia lineal, va saltando en el tiempo y en el espacio y somos los lectores los que vamos descubriendo las contradicciones de cada uno de ellos y entendemos el porqué de sus acciones; sin necesidad de juicios ni estereotipos.
A esta escritora india le duele el racismo; pero da un paso más que el consabido del inglés blanco al indio moreno ( que aparece como un sentimiento en la persona del juez). A saber, el cocinero indio, que trabaja para un indio, se siente inferior al que trabaja para un blanco; los que vuelven de estudiar en Inglaterra de empolvan la cara y desprecian a sus compatriotas que comen con las manos ( como en el caso del juez y su joven esposa); la literatura inglesa es superior a la india ( como cuando el juez menosprecia al joven profesor nepalí porque leyó a Tagore en la escuela o cuando la nieta y sus cuatro ancianos amigos hacen un viaje a la biblioteca de la ciudad para sacar libros de escritores ingleses); los indios ricos dueños de restaurantes en Nueva York hacen dormir a sus trabajadores entre ratas; los indios de origen nepalí no pueden acceder a los mismos puestos que los de origen hindú.
Kiran Desai nos hace ver otros conflictos con dos pinceladas: en vez de darnos una larga explicación de la pobreza en la que viven las hermosas y distinguidas princesas afganas sólo tiene que mencionar el olor a pollo que sale de su casa; y con sólo un comentario de una de las dos hermanas entendemos el negocio que es para los lamas refugiados del Tíbet el dinero que les viene de Hollywood.
Por otra parte el título nos orienta en el tema: todos los personajes esperan o se aferran a algo o a alguien y todos pierden; todos son herederos de la desdicha, ése es su legado y todos saben vivir con él. Pero a pesar de todo, el libro te absorbe con una prosa fluida de gran sensibilidad.
En definitiva, éste es un libro que hay que leer para entender mejor y sin prejuicios cómo es la India actual y porque Kiran Desai es una gran escritora india, lo que es difícil entre la cantidad de escritoras que está dando ese país.